A veces, cuando la gente que sentimos cerca del corazón está pasando por malos momentos, no podemos más que decir Estoy.... No es que sea poco, aunque de algún modo lo es, porque la impotencia -y la piel- sólo nos permite estar para el otro, sabiendo que nunca podríamos estar por el otro, y que además, nuestro estar, es sencillamente -y no por eso menos importante- una compañía, un abrazo, un te entiendo, un no estás solo -aunque en realidad sí se está solo, muy solo, dentro del pellejo de uno-, ese estar es, algunas veces, hasta virtual -pero no por eso menos real-.... Y no es que sea poco.... aunque así se sienta. El estar, en estos casos, tiene algo de incondicional que está muy bueno. El estar, en estos casos, es todo lo que podemos hacer por el otro, y ese todo, no es poco....
Estoy.
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