lunes, 31 de enero de 2005

Sin fronteras (Carta al Doctor)

-o delirio verborrágico y doloroso ante el vacío generado por la ausencia del que se fue-

Doctor.... la verdad es que entre usted y yo han sucedido cosas.... cosas que -imagino- usted y yo debemos percibir de manera diferente.... de manera muy diferente, seguro.... O quizás no. Quizás solamente yo tengo el coraje de sentir cosas que usted dice que no existen y por tal, como sería ilógico que usted sintiera cosas en las que no cree, -o cosas que cree que no existen-, su racionalidad hace que usted crea que no las siente, o que las racionalice y las convierta en otra cosa, o quizás nada de eso.... quizás simple y sencillamente usted realmente no las siente. Dichoso usted. O no.... porque en realidad creo que se está perdiendo de lo más maravilloso de la vida, pero en fin.... como cree que no existe, ni siquiera se da cuenta de lo que se está perdiendo, así que de todas formas.... dichoso usted. Dichoso usted puesto que seguramente usted ha vuelto a su lugar, ha vuelto a su rutina, ha vuelto a sus olores, a sus sabores cotidianos, y quizás no ha reparado -o no ha podido reparar- en el detalle de que yo no estoy ahí. Esa es la ventaja de los que se van, siempre lo dije. Quizás usted no ha reparado en mi ausencia por la sencilla razón de que en su vida cotidiana mi presencia nunca existió. Nunca formé parte de su paisaje, ni de su entorno; nunca estuve ahí cuando usted despertaba en las mañanas para ir a trabajar, nunca dormí en su cama, nunca dejé mi rastro tibio en su colchón, ni en su casa, ni en su lugar.... -ni en ningún lado, estimo yo-. Es por ésto, -porque usted entró en mi vida y yo no en la suya-, que intuyo que yo no estoy en sus recuerdos de la misma forma que usted esta en los míos. Porque usted, Doctor, -debo confesarle-, se habrá ido de mi cama, de mi casa, de mi presencia e incluso de mi pueblo, pero desgraciadamente, o quizás no, -porque sentir nunca es en vano-, no se ha ido de mis pensamientos.... y ni que hablar de mis recuerdos. Por fortuna, pensamientos y recuerdos coinciden bastante en tiempo y forma, lo que indica que, aún, se trata solo de recuerdos y no ya de sueños. No es que no quiera yo soñar con usted, puesto que estoy segura sería usted un protagonista formidable, -ya lo creo-, pero sé, que si me internara en el ensueño de la fantasía onírica consciente, ni siquiera todas sus habilidades como Doctor alcanzarían para curarme. Quiero aclararle que no es que sienta yo gran cosa.... no es que mi vida haya cambiado radicalmente desde el momento en que lo conocí, no, no es nada de eso...., simplemente recuerdo las cosas que entre usted y yo han sucedido, las rememoro, las revivo, y algunas veces, -solo algunas veces-, siento que quizás puede haber pasado, -pero no estoy segura-, que entre usted y yo, -tal vez por algunos instantes y solo por algunos instantes-, las fronteras no existieron.... y ojalá pudiera yo explicarle con palabras simples a que me refiero con que las fronteras no existieron.... Me refiero a cuando dos cuerpos se reconocen, cuando las manos acarician la piel como si la conocieran desde siempre, cuando la geografía es familiar, cuando el cuerpo no tiene rincones oscuros para el otro, cuando el aliento del otro es aire suficiente para uno, cuando se mezclan, se confunden -se funden- los olores, los sudores, los latidos, los sabores.... los sentidos.... los cuerpos.... las fronteras.... Me refiero a eso que usted dice que no existe, y que yo creo que sí existe -aunque usted lo niegue y se resista-. Existe.... cada vez que dos cuerpos se gozan porque quieren, cada vez que los ojos ven más allá de la mirada, cada vez que el aliento se contiene o el corazón se hincha al sentir al otro, cada vez que alguien se entrega.... cada vez.... que alguien se entrega.... Cada vez que dos se entregan.... No es fácil, tengo que reconocerle eso.... porque no es fácil.... pero tampoco imposible.... y existe, y sucede. No me refiero a la utópica idea del para siempre, ni a la incondicionalidad que requiere el sacramento, ni al sacrificio de uno por el bienestar del otro...., no...., me refiero a esos pequeños instantes en que dos personas se encuentran, se reconocen, se entregan, se abren, se sienten, se funden.... Es verdad. No siempre ocurre. No siempre pasa que dos que comparten el placer carnal, el desborde de las ganas, el goce apurado.... conozcan el milagro de ser uno, sin fronteras. Todo lo que le puedo asegurar, y con esto me despido, es que, no sé usted.... pero yo.... -esta vez- mis fronteras.... seguro las perdí....

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Casi no puedo respirar hoy             me falta el aire de tu sonrisa